Hace ciento veinticinco años, la Congregación de Carmelitas de la Caridad, fundada por Santa Joaquina de Vedruna, se comprometió con Villafranca de los Barros en el campo de la educación y la pastoral. En 1897 algunas familias de Villafranca demandaban una educación cristiana para sus hijas que las formase, frente a la crisis de valores existente en la sociedad que predominaba en esos años. Aunque en Tierra de Barros ya había varios sacerdotes pedagogos que trabajaban por la integración social y por aplicar métodos innovadores para contribuir al proceso de enseñanza-aprendizaje, no podían abarcar a toda la población y en nuestra comarca necesitaban la presencia de una Congregación de Religiosas que fomentase la educación integral de las niñas. Nuestra Congregación, desde sus inicios, fomentó la educación de la mujer y estaba muy vinculada a la Iglesia. Se puso al servicio de una sociedad escasa de valores que necesitaba la presencia de personas que impulsaran un proyecto de vida basado en el Evangelio.
Por fin, el día 23 de septiembre de 189, a las siete de la tarde, llegan a la estación del tren de la localidad las primeras Hermanas Carmelitas. La primera casa a la que llegaron las Hermanas fue la de don Rodrigo Solís, al que pagaban un alquiler mensual de 150 pesetas. Se encuentra situada en las dependencias que con el tiempo pasaron a ser el club social La Peña y que actualmente es un restaurante. Don Manuel Soler pasa a ser el capellán del recién fundado colegio, comenzando de este modo la labor pastoral de la congregación.
La apertura oficial del Colegio se realizó el 1 de octubre de 1897, tras la misa oficiada por el párroco, don Inocencio Guerrero Correa. El primer curso comenzó con un total de diez alumnas tanto externas como internas, procedentes de varias localidades de alrededor.
Con el aumento del alumnado comienza a surgir la necesidad de nuevos espacios, por ese motivo la Congregación decide trasladar el colegio a la casa número 11 de la actual calle Sant Joaquina, anteriormente llamada Macias. Esta casa se amplió con la adquisición de dos parcelas colindantes en 1902
Nuevamente, al incrementarse el número de alumnas el espacio era insuficiente y la Orden Religiosa tuvo que adquirir dos inmuebles en 1954, localizados en la calle Alzada número 3 y 5, la antigua casa del Marqués de Lorenzana. Debido al mal estado que presentaba se decidió derribarla y construir un nuevo Colegio. El encargado del proyecto fue el sevillano Aurelio Gómez Millán, arquitecto reconocido que había participado a nivel nacional en obras de gran envergadura como los edificios de la Exposición Universal de 1929 junto a Anibal González o en la restauración del Teatro Romano de Mérida. En Villafranca también realizó otros proyectos como la Plaza de Abasto o la reorganización de la plaza surgida tras el derribo del convento de las clarisas junto a la parroquia. Siguiendo el ejemplo de las casas sevillanas, las principales dependencias se articularon en torno a un patio central porticado con arcos rebajados apoyados sobre columnas de mármol.
Actualmente es un centro católico gestionado por la Fundación Vedruna que abarca desde educación infantil hasta Bachillerato.
